Newton denominó
espectro al arreglo ordenado de colores desde el violeta hasta el rojo. Él
creyó que alguna imperfección en el vidrio era la causa del espectro, y para
verificar su suposición hizo que el espectro producido por un prisma incidiera
sobre otro, pero orientado inversamente (al revés). Cabían dos posibilidades. O
bien el prisma daba color a la luz, o la luz era la mezcla de todos los colores
y el prisma se limitaba a descomponerla. Para comprobarlo, utilizó el segundo
prisma. Tras la luz descompuesta en colores colocó otra pantalla con un
agujero, a unos 3 metros. Por este agujero fue haciendo pasar los colores de
uno en uno. De modo que, detrás de la pantalla, sólo podía verse el color
elegido. Por ejemplo, el rojo. Una vez aislado un color, lo hacía pasar a
través del segundo prisma y lo reflejaba en otra pared.
Comprobó que ahora
sólo cambiaba el ángulo, pero no el
color. Es decir, si habíamos aislado el rojo, al atravesar el segundo prisma
seguía saliendo rojo. Y así con todos los colores. Dedujo que los colores del
arco iris eran colores puros, mientras que la luz blanca era la mezcla de todos
ellos. El prisma no añadía ninguna cualidad a la luz, sino que la descomponía.
Al proyectar los colores y juntarlos de nuevo, la luz volvía a ser blanca.
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